Tensión entre trabajadores y agricultores en el condado de Sonoma

The Press Democrat [English Version]

La industria del vino en el Condado de Sonoma ha incrementado sus esfuerzos por mejorar las condiciones sociales y económicas para los aproximadamente 4,000 a 6,000 trabajadores agrícolas que viven aquí de manera permanente.

El Sonoma County Winegrowers, grupo comercial que representa a más de 1,800 viticultores en el condado, revivió a principios del año su organización Sonoma County Grape Growers Foundation. En su primera acción, la fundación convenció a los viticultores de la región a donar casi $100,000 para acelerar la construcción de Ortiz Plaza, un complejo de viviendas para trabajadores agrícolas con 30 unidades habitacionales en el noreste de Santa Rosa.

Y el Sonoma Valley Vintners and Growers Alliance se asoció esta primavera con el Centro La Luz, organización no lucrativa dedicada a ayudar a los inmigrantes en el valle de Sonoma, en la prestación de servicios sociales para trabajadores agrícolas locales y sus familias, casi todos ellos latinos.

Los agricultores dijeron que este trabajo de extensión es un ejemplo más de la responsabilidad que sienten hacia sus empleados, algunos de los cuales han trabajado en las mismas parcelas por 20 y hasta 30 años, y juegan un papel vital en este negocio que es clave en la economía local.

"Estamos tratando de hacer lo que es correcto", dijo John Balletto, propietario de Balletto Vineyards and Winery en Santa Rosa, quien señaló además que cuenta con casi una docena de familias de trabajadores agrícolas que pagan una tasa subsidiada para vivir en sus propiedades.

Pero estos esfuerzos también reflejan una nueva dinámica en la industria del vino. La industria enfrenta un mercado laboral apretado con endurecidas restricciones a la inmigración y con los trabajadores locales más jóvenes que optan cada vez más por trabajar en otros sectores. Los trabajadores calificados tienen alta demanda, sobre todo con una mano de obra cada vez más envejecida.

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Tiempo para competir

"Los productores se están dando cuenta de que el trabajo es un bien que no se puede tomar a la ligera", dijo Armando Elenes, tercer vicepresidente de United Farm Workers, que representa de 600 a 1,000 trabajadores en la costa norte de California, dependiendo de la temporada. "Los productores se están dando cuenta de que tienen que competir. Es algo nuevo para ellos".

Esta actividad llega después de un implacable informe difundido el año pasado por dos organismos del condado, Department of Health Services y California Human Development, una organización no lucrativa que trabaja con jornaleros, lo cual provocó un escrutinio adicional a la multimillonaria industria local del vino. La encuesta encontró que "familias de trabajadores agrícolas no están ganando lo suficiente para satisfacer las necesidades básicas de su familia". Sus salarios oscilaban entre $19,000 a $24,000 al año.

La encuesta encontró que los trabajadores agrícolas no tenían acceso a una vivienda asequible en el condado de Sonoma y sus condiciones de vivienda eran de hacinamiento. Aproximadamente 30 por ciento recibió apoyo de vivienda por parte de su empleador, mientras que 14 por ciento vive en su lugar de trabajo. Alrededor de un tercio vivía hacinada en residencias, donde un dormitorio puede ser compartido con dos o más compañeros. La tasa nacional de hacinamiento es inferior a 3 por ciento.

La encuesta halló que sólo 30 por ciento de los trabajadores agrícolas en el condado reportaron tener cobertura de seguro de salud, en comparación con 86 por ciento de todos los adultos en el condado.

Algunos trabajadores del campo son capaces de sobrevivir sin tanta dificultad, según muestra la encuesta. Antonio Campa, por ejemplo, ha sido un trabajador agrícola por 38 años en la compañía Gallo de Sonoma y trabaja bajo un contrato de la UFW, que paga $16 por hora. Campa, de 62 años, cuenta con un seguro de salud y obtiene días feriados, así como los días de enfermedad. Trabaja casi 65 horas a la semana y alquila un apartamento de dos dormitorios en Santa Rosa por $1,300 al mes.

"Alquilo un apartamento de dos dormitorios con mi esposa, pero sé que otros jornaleros tienen que vivir con dos o tres familias en la misma casa. Eso sucede en el complejo habitacional donde vivo. La gente no puede permitirse el lujo de pagar $1,300 mensuales, además de agua, luz, teléfono", expresó Campa.

Una variedad de servicios

Allá en el Centro de La Luz, alrededor de 20 por ciento de las casi 6,500 personas que atienden cada año trabaja en la agricultura, por lo que la asociación con viticultores del valle de Sonoma era algo natural. La organización sin fines de lucro ofrece una serie de clases sobre informática, finanzas e inglés, así como servicios relacionados con la salud y el empleo. También es sede de un centro de recursos familiares en la cercana escuela primaria de El Verano en Sonoma.

"Nos permite echar una red más grande y amplia a los viñedos locales", dijo Juan Hernández, director ejecutivo del Centro La Luz. "Ellos (los viticultores) saben que quieren apoyar a sus trabajadores, pero su enfoque número uno es la uva".

La labor de extensión recae en Angie Sánchez, gerente de compromiso comunitario en La Luz, quien creció en la zona. Sánchez dijo que ya ha hablado con trabajadores en Gloria Ferrer Caves y Vineyards and Enterprise Vineyard Management, ambos en Sonoma, desde el 1 de julio. Tiene otros lugares en su lista.

Sánchez dijo que ya ha notado una diferencia en sus visitas. Los contratistas no saben mucho de la vida de sus trabajadores fuera del área de trabajo, a diferencia de los viñedos que han tenido trabajadores en el negocio por varios años. Esto es especialmente importante dado que muchos propietarios de viñedos han dejado el mantenimiento de sus tierras a tales compañías de contratación.

El gerente de recursos humanos en Gloria Ferrer estaba al tanto del trabajo de La Luz, y permitió que Sánchez visitara en horas de trabajo. Las preocupaciones que ha escuchado hasta ahora en esos trabajos son muy variadas.

"La vivienda es algo grande. Otros asuntos son los servicios de inmigración y Cal Fresh (el programa estatal de subsidio de alimentos)", dijo Sánchez. "Ellos no entendían que podían calificar para Cal Fresh y que no haría ningún daño a su estatus migratorio".

La vivienda económica es escasa en el condado, y se deduce que la vivienda ocupa un lugar destacado entre las preocupaciones de los trabajadores agrícolas. Los esfuerzos del condado de Sonoma para brindarles vivienda, sin embargo, siguen el rastro del condado de Napa, que puso en marcha una iniciativa hace 20 años por medio de la cual los productores establecieron tres instalaciones que albergan hasta 180 trabajadores. Los hombres pagan $13 la noche por un dormitorio, que además incluye tres comidas, dijo Rex Stults, director de relaciones industriales para Napa Valley Vintners. Para pagar por el esfuerzo, cada propietario de viñedo paga $10 por acre al año.

"Están casi completamente llenos", dijo Stults sobre los complejos de vivienda.

El esfuerzo de Napa sucedió durante una época en que los trabajadores dormían en sus coches o en la iglesia católica local y los viticultores se dieron cuenta de que era necesario tomar acción, dijo Stults.

"No es lo que somos como comunidad", dijo Stults sobre la situación de hace dos décadas. "Sabíamos que teníamos que asumir un proyecto tan grande como ese".

La industria de Napa ha sido históricamente mucho más unida en su acción sobre vivienda que Sonoma, y ha operado de manera más independiente.

"Ellos cantan el mismo himno", dijo Bill McIver, ex copropietario de Matanzas Creek Winery, de Napa Valley Vintners.

Balletto señaló otros viñedos familiares en el condado de Sonoma que tienen a trabajadores viviendo en su propiedad.

"No creo que ninguno de nosotros en la industria esté tratando de buscar publicidad", dijo Balleto. Él fue uno de los viticultores que se comprometieron a recaudar fondos para el proyecto Ortiz Plaza, junto con Rodney Strong Wine Estates en Healdsburg, Rubin Family of Wines de Sebastopol, Sangiacomo Vineyards en Sonoma, Vino Farms en Healdsburg y la Jackson Family Wines en Santa Rosa. Hay planes futuros para construir otras 20 unidades para el proyecto Ortiz Plaza, dijo Chris Paige, director general de California Human Development.

El viñedo de Balletto es uno de los pocos en el Norte de la Bahía cuyos trabajadores pertenecen a la UFW y ofrece beneficios tales como un plan de salud asequible. Tiene 35 trabajadores de tiempo completo.

El pago y los beneficios ahora hacen una diferencia crucial en este mercado laboral apretado.

La tensión sigue

Incluso con las recientes colaboraciones, todavía existe cierta tensión entre trabajadores y gerentes en el plano político, en específico, en una batalla en la Legislatura estatal. La UFW apoya la legislación que daría a los trabajadores agrícolas el derecho de recibir el pago de horas extras después de 40 horas trabajadas a la semana o más de ocho horas al día.

Los trabajadores del campo no ganan pago de horas extras hasta después de que hayan laborado 60 horas a la semana o más de 10 horas por día, una norma que se remonta a la época del ‘New Deal’. Para aprobar la Fair Labor Standards Act, el presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, se vio obligado a excluir a los trabajadores del campo debido a la oposición de los legisladores sureños, que no querían otorgar dichos derechos a la fuerza laboral agrícola, en gran parte afroamericana, dijo Kathy Olmsted, profesora de historia en la Universidad de California en Davis y autora del libro "Right out of California”.

La industria del vino se ha opuesto a la medida, patrocinada por la asambleísta Lorena González, demócrata de San Diego, que se introducirá poco a poco del año 2019 al 2022. La discusión de los productores agrícolas es que necesitan tener mayor flexibilidad para utilizar su fuerza de trabajo, dada la naturaleza impredecible del clima y la temporada de crecimiento de los frutos de la tierra.

La Asamblea derrotó el proyecto de ley el mes pasado, con los tres representantes locales: Marc Levine (D-San Rafael), Jim Wood (D-Healdsburg) y Bill Dodd (D-Napa), quienes votaron en contra de ella.

En última instancia, el debate se reducirá al futuro que tendrá gente como Juan Villa en el condado. Villa, quien ha sido jornalero por 17 años, trabaja normalmente durante nueve meses al año en los viñedo, mientras su contratista lo mueve de rancho en rancho. Gana $12 la hora. No recibe el pago de horas extras, incluso si trabaja más de 10 horas al día, según digo, ni tiene derecho a vacaciones o días de enfermedad pagados; alquila un estudio en Santa Rosa por $ 850, donde vive con su esposa y dos niños entre las edades de 5 y 3 años.

"Espero que la gente note nuestras responsabilidades", dijo Villa. "Tenemos familias, niños. Trabajamos para que otros puedan ganar en la industria del vino".

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