Guadalupanos peregrinan de Santa Rosa a Windsor

Ricardo Ibarra

Lo que comenzó como una manda entre poco más de 10 personas en 1998 o 1999, reunió a más de mil peregrinos que caminaron en compañía de imágenes de la Virgen de Guadalupe, desde el templo de Santa Rosa hasta el de Nuestra Señora de Guadalupe, en Windsor, la noche del viernes al sábado 12 de diciembre.

Así como ese ángel parece estar soportando el peso de la Virgen de Guadalupe, a sus pies, cientos de guadalupanos caminaron la noche entera, durante la noche y parte de la madrugada con la imagen en sus brazos o estampada en la camisa o en el zarape o simplemente cargándola adentro del corazón.

Como las mujeres triquis originarias de Oaxaca, Martina y Catalina Álvarez, quienes con su madre iban vestidas con sus atuendos tradicionales, bordados a mano. "Hicimos un poco de pozole para la gente que venía caminando. Nosotros somos indígenas, hablamos nuestra lengua triqui, y nosotras desde nacimiento somos creyentes de la virgen y le tenemos mucha fe a ella. Para nosotros ella es la madre del mundo", dijo Martina.

Louie Gutiérrez viajó desde San Francisco para acompañar a la virgen al paso de la danza del grupo Coyolxauqui. "Mis padres son de México y fui criado como mexicano. En nuestra cultura la virgen es parte de tu vida. Ella está ahí no importa cómo sea tu vida como adulto, porque desde la niñez escuchas que es algo como un ser supremo".

Elba Zambrano acompañó la caravana de charros, entre 70 u 80 hombres montados a caballo. "Ella es la madre de todos, de todo nuestro pueblo", dijo afuera de la misa que se celebraba en Windsor, temprano a las 5 de la mañana. Traía el estandarte que llevaba Francisco Flores al frente de los charros. "Aquí la traigo, pero me acompaña a todas partes. Siempre está presente en mi corazón", señaló Elba.

María Domínguez participó en todo el trayecto de la procesión: "Porque yo le tengo fe a mi virgencita hermosa como no tiene idea. Es un honor para mí venir a caminar con ella. Es algo especial. Ella es parte de mi ser, mi cultura y mi fe. Es parte de mi esencia. Cada día me encomiendo a ella. Le pido por el mundo entero, por mis hijos, mi familia y la paz en el mundo, porque ella siempre nos escucha".

"Uno puede entregarse con fe a esa energía femenina, que puede darte ánimos en momentos de dificultad", expresó Enedina Vera, quien también acompañó al grupo de danzantes aztecas, Xantotl.

La misa en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe estuvo colmada con cientos de peregrinos que acompañaron a la virgen, incluso, con canciones que fueron interpretadas por el Mariachi Barragán.

La escultura de la Virgen de Guadalupe que acompañó la procesión estuvo en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en Windsor, y luego fue devuelta a una casa donde la custodian en Santa Rosa.

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