Una pionera enóloga latina de Napa está elaborando vinos rosados a su manera
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El diseño dorado del sello azul real del primer vino de Vanessa Robledo porta zarcillos de vid entrelazados sobre el nombre, Vintner's Diary Rosé of Grenache.
“La mayoría de la gente no sabe que los zarcillos son la parte más fuerte de la vid”, dijo Robledo. “Representan la fuerza de unirse. Sin los zarcillos, la fruta caería al suelo”.
Sentada en la cocina de su casa en Carneros, viendo los viñedos plantados por sus padres, Robledo hablaba sobre el génesis de un proyecto que mezcla los talentos de tres mujeres que han retado las expectativas de una familia vitivinícola latina bravamente tradicional: Robledo, su madre María Robledo y su hija Jocelyn María Solís.
Su madre se unió a la conversación. Solís, una camarógrafa que trabaja para los Medias Blancas de Chicago, intervino por teléfono.
Vanessa Robledo dijo que era una niña cuando un regalo de enólogos en la distante Francia, una copa de cristal grabada con su nombre, estimuló su interés en los vinos rosados que elaboraban.
Pese a toda una vida de trabajo en la industria del vino, desde laborar en viñedos hasta administrar una empresa de vinos de caché, pasaron décadas antes de que pudiera buscar su sueño de hacer su propio vino, por elección, un rosado.
Apareció cuando tanto la madre de Robledo como su hija le dijeron que, luego de toda una vida de “hacer todo por los demás”, dijo Solís, era su momento y la iban a ayudar.
Con “el apoyo de las dos mujeres más importantes de mi vida”, dijo Robledo, sus planes tomaron figura. Pero el concepto creció para incluir a las tres mujeres: Robledo haría su vino y Vintner's Diary iba a contar historias sobre personas que hacen vino.
“No somos viticultores muy usuales: tres generaciones de mujeres latinas”, dijo Robledo.
La familia Robledo
El bisabuelo de Vanessa Robledo, Luis, llegó al Valle de Napa en la década de 1940 como parte del programa Bracero que invitó a trabajadores del campo muy necesarios a venir a los Estados Unidos desde México durante la Segunda Guerra Mundial.
“Él y sus hijos vivían en un campamento en Calistoga administrado por Christian Brothers”, dijo Robledo.
Su padre, Reynaldo, siguiendo el camino de su abuelo, llegó a Napa Valley en 1968, y en 1972 pudo conseguir los documentos para que su esposa, María, se juntara con él.
Vanessa Robledo nació en 1977, la hija del medio de sus nueve hijos, siete niños y dos niñas, y dijo que aprendí pronto que “tenía que hacer algo para sobresalir”.
Se trasformó en la traductora de la familia.
“Aprendí inglés a los cinco y era algo que podía hacer, ir a las citas del doctor, abrir cuentas bancarias, ir a las juntas de la escuela con los maestros. Me encantó. Cuando era niña, sentía que estaba haciendo algo importante”.
La visión de sus padres era tener un terreno propio y, para 1984, habían ahorrado lo bastante como para comprar una propiedad en Carneros.
“Tuvieron que limpiarlo de camiones viejos y otros escombros, y luego plantaron uvas”, dijo Robledo. “Todos los niños trabajaban en los viñedos; esa era la tradición. Pero aquí es donde aprendí mi primera lección. Observé a mi abuelo, un maestro injertador, en el trabajo. Sé que el 80% de la calidad del vino proviene de los viñedos. Haber aprendido eso de niña era mi arma secreta”.
Cuando tenía 12 años de edad, Robledo acompañaba a su padre a juntas de negocios, traduciendo para él en su empresa de administración de viñedos.