Una entrenadora brasileña lidera a personal exclusivamente femenino en Sonoma Valley
BEEP. BEEP. BEEP. Son las 5:30 de la mañana y el sonido de una agresiva alarma le da la bienvenida a Danielly Rocha a un nuevo día. Todas sus mañanas empiezan igual, siete días a la semana, con esa alarma de las 5:30. Esta atareada madre y propietaria de Danielly’s Fitness, en Sonoma, aprovecha sus madrugadas para organizar el día de la mejor manera posible.
Se levanta y hace ejercicio hasta las 7 de la mañana, después despierta a su hija. Las dos desayunan y salen hacia la guardería. Después de dejar a su hija de tres años, Rocha empieza un día entero de trabajo como entrenadora personal.
Son las 8:30 de la mañana y su jornada laboral ha empezado oficialmente. Un día normal consiste en reunirse con clientes, responder correos electrónicos y llamadas telefónicas, reuniones de negocios y, ocasionalmente, cubrir sesiones de entrenamiento personal de sus empleados.
"Soy entrenadora personal, pero al mismo tiempo dirijo una empresa", explica Rocha sobre su trabajo diario. "Además, soy madre y esposa".
A las 5 de la tarde, Rocha ya ha terminado de trabajar. Recoge a su hija de la guardería y se va a casa.
A las 5:30 p.m. ya está preparando la cena y dedicándose a su familia. Uno de los platos favoritos de la familia es la feijoada, un guiso tradicional brasileño de cerdo o res con frijoles.
Los frijoles siempre se hacen desde cero porque, como brasileña, "comer frijoles de lata es pecado", dice Rocha.
A las 6:30 p.m., la familia de tres integrantes come y, después de la cena, Rocha y su esposo empiezan la rutina de acostar a su hija. Y a las 8 p.m. la pequeña ya está en la cama.
Después de una jornada de 15 horas de pie, dirigiendo su negocio, reuniéndose con clientes, haciendo la cena y compartiendo con la familia, uno pensaría que es hora de relajarse o irse a dormir, pero la mente de Rocha no está preparada para descansar. Lee un libro o ve una película con su esposo mientras revisa el correo electrónico porque, como empresaria, el trabajo nunca se detiene.
Finalmente, sobre las 9:30 p.m., Rocha se acuesta y recarga las pilas durante la noche, ya que dentro de ocho horas le espera otro día repleto de tareas.
Salir de Brasil hacia Sonoma
Originaria del sudeste de Brasil, Rocha creció en Vitória, la capital de Espirito Santo. En Vitória vivía frente a la playa, y en aquella época se dedicaba al deporte y al océano. Rocha jugaba voleibol, fútbol, surfeaba e incluso era socorrista.
En 2009, se trasladó a Estados Unidos con 21 años para trabajar como au pair (joven extranjera que ayuda en una casa con el cuidado de niños y tareas domésticas) para una familia de Sonoma. Durante ese tiempo, no hablaba nada de inglés, sólo portugués. Su plan era trabajar como au pair en España, pero descubrió que el condado de Sonoma era más asequible que Europa.
Al ver la necesidad de aprender el idioma rápidamente, la madre de Rocha le pagó clases de inglés cuando se instaló en Sonoma. Además de aprender un nuevo idioma, Rocha estaba sola en un nuevo país.
"No conocía a nadie. Al principio, me pareció una aventura dejar tu país, tu familia y tus amigos y venir a un país en el que apenas hablabas el idioma", cuenta sobre aquella época. "Y después lloraba casi todos los días. Estaba fuera de mi zona de confort, pero unos meses después conocí a mis dos mejores amigos, a mi marido y a una amiga brasileña".
Cuando llegó a Sonoma, trabajaba 40 horas a la semana como au pair y vivía con su familia de acogida. También trabajó como lavaplatos en un restaurante local para ganar más dinero con el que viajar y explorar el norte de California.
Catalizador del cambio
Comía tanta comida rápida que aumentó 45 libras.
"Cuando llegué en 2009, conocí a mi primer mejor amigo, McDonald's", dijo.
Al darse cuenta de lo mucho que había cambiado su cuerpo, Rocha quiso hacer algo al respecto. Al recordar esa época de su vida, Rocha dijo que se deprimía porque echaba de menos a su familia, lo que la llevó a llenar ese vacío emocional con comida.
"Probé todo lo que todo el mundo hace para perder peso. Probé píldoras dietéticas, libros de dietas e incluso fui a Adictos a la Comida Anónimos", dijo.
Entonces, un día estaba viendo a las luchadoras de la WWE y pensó "¿por qué no puedo parecerme a ellas?".
Fue después de ese segmento cuando empezó a estudiar bienestar. Aprendió sobre nutrición, levantamiento de pesas y a recalibrar la mente. Se dio cuenta de que necesitaba estar en buena forma mental antes de iniciar un viaje físico para perder peso.
"Ese día decidí por fin que iba a perder peso. Empecé a aplicarme y a entender realmente el concepto de pérdida de peso", explica.