Padre de Healdsburg que ahogó su hija es sentenciado a 11 años de prisión

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Casi cinco años después de que Gerardo Mendoza Ordaz ahogara a su hija de 4 años de edad, María, en una pila bautismal de una iglesia y pasara meses en un centro médico psiquiátrico, un juez demoró solo tres minutos el miércoles en sentenciarlo a 11 años de cárcel.

Ordaz dijo a los investigadores que estaba en un hartazgo de metanfetamina y no había dormido en tres días, llegando a imaginar que debía exorcizar al "diablo" dentro de sus dos hijos más pequeños con "agua bendita" de la iglesia.

Aceptó haber ahogado a su hija menor, María José Ordaz Chavarría, en la piscina en forma de cruz de uno a dos pies de profundidad el 20 de noviembre de 2016, dentro de la Iglesia Católica de San Juan en Healdsburg.

La sentencia de 11 años fue anticipada, parte de una declaración convenida de homicidio involuntario que Ordaz acordó mientras se enfrentaba a un juicio por cargos de asesinato, lo que podría haberlo puesto en prisión de 25 años a cadena perpetua.

El acuerdo con la fiscalía evitó lo que posiblemente habría sido un juicio público enormemente emotivo para él y su familia, reviviendo la noche en que mató a su hija en una niebla de delirios sustentada por las drogas.

El sobrino de Ordaz, Alex Castellanos Ordaz, dijo que la familia está bien. Dos de las hermanas de Ordaz estuvieron entre las que acudieron a la audiencia el miércoles. Castellanos dijo que la familia tenía la esperanza de que Ordaz pueda trabajar en sus problemas de salud mental en prisión y tal vez salir en un lugar mejor.

Pero estaba claro que el juez no estaba satisfecho con la explicación de Ordaz sobre cómo su hija falleció a sus manos hace cinco años el mes próximo.

El juez del Tribunal Superior del Condado de Sonoma, Robert LaForge, le dijo a Ordaz, de 47 años de edad, que varias declaraciones que hizo a los agentes de libertad condicional antes de la audiencia del miércoles eran objetables.

"Ciertamente, les voy a dar el máximo permitido por la ley según lo que leí", dijo LaForge. “Hubo un par de cosas que fueron alarmantes. Su declaración fue preocupante, minimizando. Quiero que lo sepas".

LaForge se refería a los comentarios de Ordaz a un agente de libertad condicional, quien preparó un informe de presentación y una recomendación a la corte.

En el extenso informe, Ordaz al comienzo pasó por alto lo que le hizo a su hija, diciendo que "le dio agua" pero que nunca la sumergió.

"Comentó que cuando le dio agua, su cabello 'se levantó' (levitó) y él tenía miedo, por lo que le dio más agua con la mano", dice el informe.

Dijo “se ahogó e hizo un ruido” y fue a buscar a la policía para que le ayudaran.

“Así es como sucedió esta tragedia”, dijo.

Afirmó que María "no lloró ni gritó" antes de perecer.

Los investigadores dijeron que luego de que Ordaz mató a María, llevó su cuerpo húmedo y sin vida a la parte trasera del departamento de policía cercano, donde gritó pidiendo ayuda.

Insistido por su abogado para que explicara más sus acciones, Ordaz durante la entrevista dijo que recientemente había empezado a fumar metanfetamina nuevamente, que ocultó a su esposa, y que había comenzado a ver y escuchar cosas.

Cuando se le preguntó si “mojó” a María, aunque fuera por un segundo o varias veces, Ordaz dijo que “mientras sostenía a su hija y le daba agua bendita, ella hizo un sonido y él la bajó y le dijo que bebiera más agua. Admitió que pudo haberla sometido brevemente, pero luego volvió a comunicar que nunca la sumergió”, según el informe.

Dijo que acudió a la iglesia en busca de "agua bendita", que dijo es una tradición en la Iglesia Católica "para ayudar a deshacerse de los demonios dentro de alguien, como un exorcismo". Pensaba que podía deshacerse de los "espíritus en sí mismo y en sus hijos" con el agua, de acuerdo al informe.

Cuando se le preguntó si aceptaba la responsabilidad por la muerte de María, incluso si pensaba que la estaba ayudando, Ordaz dijo que "reconoció que tuvo parte en el incidente".

Según documentos judiciales, después de tres días sin dormir mientras tomaba metanfetamina cristalina, Ordaz empezó a creer que sus dos hijos menores estaban "siendo atacados por el mal".

En esa fresca noche de noviembre, llevó a sus dos hijos menores, María, de cuatro años de edad, y su hermano, de nueve, a caminar desde su casa en el extremo norte de Healdsburg hasta St. John's, a una milla y media de distancia, en busca de un sacerdote que aparentemente creía que podía librar a los niños de la presencia maligna.

Al encontrar el santuario vacío, Ordaz decidió intentarlo por su cuenta, llevando a los niños a la gran piscina bautismal.

El mes pasado, mientras se sentaba un jurado para su juicio por asesinato, Ordaz acordó no impugnar los cargos de homicidio voluntario y abuso infantil, reduciendo una posible sentencia de 25 años a cadena perpetua a 11 años.

Puede comunicarse con la redactora Lori A. Carter al 707-521-5470 o lori.carter@pressdemocrat.com. En Twitter @loriacarter.

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