La tradición mexicana cabalga con orgullo en Penngrove
“La tradición significa dar votos a la más oscura de todas las clases: nuestros antepasados. Es la democracia de los muertos. La tradición se niega a someterse a la pequeña y arrogante oligarquía de aquellos que simplemente andan por ahí”.
― G.K. Chesterton, Ortodoxia
Esta es una historia sobre el convertirse en mujer que merece un final feliz, el dulce viaje de Jocelyn Saldaña Medina no ha concluido.
Una exjinete competitiva como una escaramuza, el futuro de Saldaña Medina radica en transmitir el arte, el conocimiento y la historia de su amado deporte y su feroz herencia a las jóvenes latinas que responden al llamado del lienzo; el lugar donde equipos de ocho, denominadas como escaramuzas, realizan formaciones meticulosamente cronometradas, montan a caballo con un estilo inigualable. La Escaramuza ha evolucionado desde las raíces revolucionarias de las Adelitas, intrépidas mujeres jinetes con rifles largos y trenzas que defendieron a México durante la revolución de 1910 y la posterior Guerra Cristera de 1920, hasta servir de inspiración para la Colección Cruise 2019 de la casa de modas de Christian Dior.
Existen tradiciones estrictas que mantienen un vínculo directo con la historia. En un sentido subliminal, esto es lo que defienden las jóvenes mexicanas en 2022, mantener viva la cultura mexicana en Estados Unidos, donde muchas son presionadas a rendirse y asimilarse. Vivita y coleando en todo Estados Unidos, la cultura charra remueve la sangre ancestral y brinda un sentido de pertenencia exclusivamente mexicana.
Nunca se es demasiado temprano…
La mayoría de las personas aprenden a ir al baño antes de sentir el llamado de un gran desafío, pero la futura adelita (como se les denomina a las integrantes de un equipo de escaramuzas), Saldaña Medina, todavía estaba en pañales cuando supo que quería montar. Desde hace cinco años vive con su esposo Adán Saldaña y su hija Galilea en Penngrove, un pequeño y lindo pueblo cerca de Santa Rosa. Saldaña Medina nació en Los Ángeles, pero se crió en México. Sus primeros años los pasó en Ameca, una comunidad ranchera muy unida en Jalisco; una infancia idílica para una niña que estaba loca por los caballos.
Saldaña Medina lo recuerda vívidamente. “Ya sabes, en el pasado, en realidad todavía hoy: los hombres pasean a sus caballos en la calle; mi papá hizo eso”.
Un alma ya vieja a los 18 meses, la bebé Jocelyn estaba parada en la ventana deseando que su padre Antonio Medina se apresurara a volver a casa después de un día de ganadería para poder recogerla y dar un paseo en la silla de montar.
“Lo esperaba todos los días, diciéndole a mi mamá, Celia Mariscal, que quería montar”, recuerda la jinete. “Quise decir, apenas hablaba, pero me referí a montar como "o cobi", en el lenguaje infantil quería decir "a caballo".
Saldaña Medina se ríe. “¡Así es como le hice entender que quería ir en el caballo!”
A los seis años, montaba sola. La familia se mudó de México a Vallejo, California. El papá de Saldaña Medina aseguró un caballo, la puso en su montura; ella cabalgó con él mientras él le enseñaba la responsabilidad de la equitación; cuidado y alimentación todas las noches.
Montar con papá estuvo bien durante un tiempo, pero Saldaña Medina había estado compartiendo la silla de papá durante casi cinco años; quería montar sola. Ella lo apremió.
Cabalga, Jocelyn, cabalga…
“Finalmente, un día le pregunté, bueno, ¿cuándo podré montar como tú? ¿Puedes enseñarme?"
Papá Medina estuvo de acuerdo: “Solo necesito que conozcas al caballo adecuado”.
Tomó prestado el caballo de un amigo. Saldaña Medina recuerda: “Era un caballo muy agradable y tranquilo y así empezó todo”.
Con sumo cuidado, su padre comenzó a enseñarle.
“Muy despreocupadamente me metió en un corral, no a la intemperie, y no me permitió ir más rápido hasta que supe cómo parar, y cómo dirigir el caballo, era muy lento, no era solo cosa de saltar en él.