En tiempos de pandemia, una familia de empresarios se une más

Tener un restaurante en los tiempos del COVID ha sido catastrófico para muchos pequeños empresarios. Pedro Díaz tiene cinco locales.

Pero mientras la pandemia ha forzado el cierre permanente de cientos de miles de restaurantes independientes en el país, el inmigrante mexicano sigue al pie del cañón en todos sus establecimientos del Condado de Sonoma y sus alrededores. El reciente relajamiento de la pandemia le da optimismo de que puedan sobrevivir.

Díaz, de 44 años de edad, es dueño de El Farolito y Agave en Healdsburg, El Gallo Negro y Tu Mole Madre en Windsor y Agave Uptown en Oakland, restaurantes que se especializan en comida de Oaxaca—un estado mexicano famoso por sus tradicionales platillos llamados moles.

Mantener las puertas abiertas no ha sido fácil.

“Al principio, la verdad fue algo muy duro”, dice Díaz, cuyos establecimientos solo podían vender comida para llevar, por decreto de las autoridades desde el comienzo de la pandemia el año pasado. El comerciante se adaptó usando servicios de entrega como Uber Eats y DoorDash y con la ayuda de fondos del estímulo económico para dos localidades.

Ahora que los restaurantes pueden usar el 50% de su capacidad interior y abrir sus patios, los clientes están regresando. El Farolito, Agave y el Gallo Negro ya han incrementado sus ventas, según su propietario. “Están un poquito mejor”, dice.

Sin embargo, el restaurante de Oakland enfrenta una batalla cuesta arriba.

“A Agave Uptown le fue muy mal al principio”, asevera el propietario.

La mayoría de sus comensales eran empleados de grandes firmas de tecnología y edificios de oficinas del área de la Bahía que actualmente trabajan desde casa. Aunque los retos persisten, Díaz muestra un optimismo mesurado sobre el futuro, animado por un nuevo aumento en las reservaciones. “Ya vemos un camino más claro'', afirma.

Su único restaurante que cerró las puertas temporalmente fue Tu Mole Madre. El local de Windsor ofrece un bufete abierto en el que los clientes forman fila para servirse ellos mismos los platillos. Pero incluso éste podría reabrir pronto con algunos cambios. Aquí su desafío por el momento es la escasez de trabajadores por la pandemia.

“Necesito de 10 a 15 personas”, dice Díaz.

Trabajo y un empuje empresarial son las claves del éxito

Más de tres décadas de experiencia y un ímpetu empresarial familiar han forjado a este exitoso negociante de Healdsburg.

Díaz incursionó muy joven en su industria, poco después de arribar a Estados Unidos a los 15 años de edad en 1994.

Tras unirse a sus familiares en Rohnert Park, empezó como lavaplatos y luego trabajó como busboy y cocinero. A los 21 años se convirtió en copropietario de una lonchera y de un restaurante llamado Hot Tomatoes en los que trabajaba y que eventualmente vendió con su socio antes de dedicarse un tiempo a la construcción.

Pero el negocio de los restaurantes parecía su destino. En el 2003 regresó al negocio de la comida con la compra de El Farolito de Healdsburg.

“Fue cuando me animé a abrir mi propio restaurante'', recuerda Díaz.

Poco a poco cambió el menú, añadiendo platillos de su natal Oaxaca, un estado del sur de México que es conocido como “la tierra de los siete moles”. El sitio web del establecimiento anuncia en inglés y con un obvio orgullo: “El Farolito Healdsburg solamente sirve nuestro Mole Díaz Bros. hecho en casa, vegano y con más de 20 ingredientes”.

Luego en el 2010 se presentó una oportunidad que Pedro Díaz no podía dejar pasar: adquirir un lugar en donde había trabajado en el pasado y que lo impulsó en su recorrido comercial.

“El Hot Tomatoes estaba en venta 10 años después”, dice con entusiasmo. “Yo tenía una especia de attachment a ese restaurante, lo amaba mucho y quería de vuelta”.

Eventualmente lo renombraron El Gallo Negro. El mismo año se dio la compra de Agave. Posteriormente se agregarían los otros restaurantes.

Díaz también abrió una tienda y taquería, Casa del Mole en Healdsburg, local que ofrece antojitos mexicanos como memelas, pambazos y huaraches.

Además cuenta con un camión de comida llamado Maria Machetes que forma parte de Mitote Food Park en la comunidad mayoritariamente inmigrante de Roseland en Santa Rosa. Díaz administra todo el proyecto que incluye varias loncheras de comida mexicana con menús de los estados de Oaxaca, Jalisco, Michoacán y Yucatán así como de la Ciudad de México.

“Al food park le fue muy bien en la pandemia porque brinda a la gente la oportunidad de salir a comer al aire libre'', dice el empresario.

La familia que trabaja unida, se mantiene unida… y exitosa

Don Pedro atribuye el éxito de sus negocios a la participación de toda su familia inmigrante.

“La clave es que toda la familia siempre ha trabajado junta en todos los proyectos, mi papá que ya falleció, mi mamá y todos mis hermanos'', dice. Agrega que también sus dos hijos, Pedro de 17 años de edad y Celina de 15, ayudan en los restaurantes en combinación con sus estudios.

“Les digo que deseo que le echen ganas a sus clases para que un día obtenga su título universitario”, dice el padre de familia.

En la actualidad, Díaz y familia tienen sus ojos empresariales puestos en México, específicamente en su pueblo natal de Santa Gertrudis en los Valles Centrales de Oaxaca, a 41 kilómetros al sur de la capital del estado, Oaxaca.

“Mi sueño es crear un palenque”, dice, refiriéndose al lugar en que se realizan fiestas y otros eventos culturales y artísticos con música, comida y bebidas, así como convenciones.

“Mi papá decía que hay que mostrar la mejor cara de nuestras comunidades”, agrega don Pedro. “El siempre nos enseñó que uno cosecha lo que siembra”.

Show Comment