Lucero Vargas, una latina en la industria del tatuaje en Santa Rosa
Su madre fue muy clara con su papá, cuando le dijo: “O te regresas a México definitivamente o
En aquel entonces, apenas con 10 años, aún no sabía que tomaría la decisión de abrir su propio estudio de tatuajes en la ciudad de Santa Rosa, es más, ni siquiera sabía que llegaría a plasmar su creatividad en la piel de otros y, más que un trabajo, hacerlo su estilo de vida.
Apenas en tránsito de la niñez a la adolescencia, crecer en los vecindarios de Los Ángeles —lejos de sus familiares en Ecatepec, conocido entre la raza como ‘Ecatepunk’, por el anárquico sistema de vida de este barrio del centro de México—, le costó adaptarse “al otro lado”. Pero el dibujo, la danza azteca, y después, los tatuajes, le ayudaron a encontrar la identidad que comenzó a cuestionar cuando cruzó la frontera.
“Mi papá vivía aquí desde que yo tenía meses de nacida. En aquel tiempo era fácil cruzar la frontera. Venía a trabajar por una temporada y se regresaba. Por el estilo de vida aquí, creía que no era una buena idea traernos. Después de mucho tiempo, mi mamá se fastidió de estar así, y le dio a escoger… Fue entonces que nos mandó traer”, recordó Vargas en el estudio de tatuajes The Hole Thing, donde le prestan un espacio para tatuar, mientras abre el suyo, donde promete dar empleo sólo a mujeres tatuadoras.
“Es un ambiente difícil, con una mayoría de hombres que hacen el ambiente muy competitivo. Quiero abrir un lugar donde las mujeres podamos trabajar y hacer lo que nos gusta”, dijo. “Conozco a varias aquí en el área, anglosajonas, todas talentosas”.
Una situación llevó a la otra. En Los Ángeles, cuando todavía era una adolescente, comenzó a practicar futbol. En el mismo parque, un grupo de danzantes practicaba sus pasos rituales cada semana. El sonido del tambor le fue irresistible. Entró al círculo de la danza. Recibió la purificación del copal. Obtuvo sus plumas. “Me cambió la vida, me sentí en casa. Era de nuevo yo, porque por muchos años me sentía en un mundo nuevo, donde todo se me hacía feo: la gente, la comida, el lugar, el lenguaje”.
La danza la llevaría a varias personalidades vinculadas con la expresión de su cultura, por medio de la tinta. "Varios tatuadores me decían que dibujara diario y que practicara con mi pulso. Creía que no me querían ayudar, pero cuando comencé profesionalmente, me di cuenta que era cierto, necesitas práctica para hacer bien una línea”.
Reconoció que la interacción con tatuadores angelinos, mientras se involucraba en actividades nativoamericanas, le formaron una visión del tatuaje, más allá de la acción profana de inyectarse tinta en la piel. Comenzó a llamarlo una ceremonia de tinta. “El tatuaje es más que una estampa. Es un sacrificio que damos a cambio de un rezo, o una manda, si se puede decir. Un amigo le llamaba ceremonia de tinta”.
Ha pensado mucho en esta idea: “Sé que el cuerpo es un regalo que nos dio el creador, y hay que cuidar de él. Después de unos años de batallar con esto, entendí que todo es un sacrificio. Hay que dar para recibir. En todo hay un balance, también en el tatuaje, tienes que dar dolor a cambio de un rezo, de un pensamiento. Cada tatuaje es personal. Es un ritual muy sagrado”.
Vargas recibe asesoría de la Junta de Desarrollo Económico del Condado de Sonoma para abrir su propio estudio femenino de tatuajes en Santa Rosa, donde planea inaugurarlo a principios de 2018, bajo el nombre de Amanalli Lu. Ahora se encuentra en la búsqueda del espacio para albergarlo.
Amanalli Lu es el nombre que usa como artista, y significa "agua tranquila" en la antigua lengua náhuatl de los habitantes de Tenochtitlan. "Es el que me corresponde según mi fecha de nacimiento, en la cultura mexica", dijo una tarde en el estudio, mientras se preparaba para tatuar a Mayra Gallegos, a quien le diseó una calavera de azúcar, en memoria de su primera nieta, quien nació y murió en un sólo día.
Marcos Suárez, de la Junta de Desarrollo Económico, dijo que Vargas es una de varias mujeres emprendedoras que han asesorado en días recientes. "Estamnos emocionados de apoyarla y de ver su entusiasmo y pasión en lo que hace, son dos cuestiones importantes y cruciales para realizar el sueño de abrir un negocio", dijo.
Mientras Vargas abre su negocio de tatuajes, sólo con mujeres, en Santa Rosa, puede seguirla en su cuenta de Instagram, donde la encuentra como Amanallilu.
Reciba noticias semanales en su email haciendo clic en esta línea.
Contacte al editor de La Prensa Sonoma, Ricardo Ibarra, en el teléfono: 707-526-8501. O en el correo electrónico: ricardo.ibarra@pressdemocrat.com. En Twitter @ricardibarra.