Agave, una fusión gastronómica entre Oaxaca y Jalisco

Ricardo Ibarra

HEALDSBURG — Logré convencer a Octavio Díaz de invitarme a su restaurante, Agave. Sabía que su menú incluía platillos de Oaxaca y Jalisco. Y sus bebidas de origen: mezcal y tequila. No podía evitar persuadirlo.

La invitación resultó en una fiesta para 10 personas, gracias a la coordinación de Jenny Chamberlain, de la Cámara Hispana de Comercio en el condado de Sonoma, quien logró reunirnos un sábado por la noche.

Para empezar, desde la barra localizada al fondo del local, Lupe, mejor conocido como “El Parras” me ofrece una cerveza Corona. La rechazo. Sé que vienen varios tragos de tequila y mezcal en mi camino. Y además, estoy en horas de trabajo, no quiero tener los cables cruzados cuando aparezcan los primeros platillos.

Después de las conversaciones con gente en la mesa, que sirvieron para calentar el ambiente frío de la noche, Octavio trajo a la mesa unos molotes, rellenos con papa, frijol y epazote. Lannie Medina se ofreció para modelar el platillo frente a un fuego que nos daba calor.

Enseguida las tradicionales tlayudas, un reconocido platillo oaxaqueño con tostadas de maíz, mole negro y quesillo, todo con el sello del sureño estado mexicano de Oaxaca.

Claro que para este momento ya habíamos bebido al menos dos tragos de tequila joven Don Julio. Y probablemente algunos de tequila reposado, de la misma marca.

Para suavizar el gusto, el chef Francisco llegó con una ensalada con espinacas, calabaza, elote asado, jícama, almendras, ¡hasta fresa! La sorpresa es que estaba bañada de tequila, según dijo Octavio, para hacer pareja con los sabores que venían de ese líquido ardiente procedente de tierras jaliscienses.

La hora mágica llegó cuando Octavio llegó con un lechón que había sido horneado por tres horas a baja temperatura, lo cual le dio a la carne una suavidad cercana a la mantequilla. Estaba marinado con plantas importadas desde Oaxaca.

Reconozco que el lechón puede no parecer apetitoso, pero acompañado con arroz rojo y frijoles refritos, puede establecer un romance con el paladar. Además, el tequila añejo que se había servido para comerlo, le dio ese sazón ahumado sublime.

La noche cerró con algunos postres: nieve y tequila Don Julio 1492 añejado por 10 años. Una sola copa de esas puede dejarle sin gasto para el resto de la quincena, pero vale la pena probarlo alguna vez en la vida. Más si lo acompaña con helado de coco.

Y ya para rematar, Octavio nos obsequió un trago de un mezcal que me bajó por la garganta como el humo, llamado Real Mátlatl.

Octavio, dueño de éste y otros restaurantes en el norte del condado de Sonoma, como El Farolito y Persimmon, comentó que ahora tiene más de 100 tipos de tequila, pero bajará la cantidad a 10, pues sólo comprará aquellos cuyos realizadores devuelvan a las comunidades donde están establecidas sus compañías y cuyos procesos de fabricación sean menos agresivos con el ecosistema.

Tendré que volver... ENGLISH

Octavio Díaz invited La Prensa Sonoma to his restaurant, Agave. The menu includes dishes from Oaxaca and Jalisco. And also local beverages in those states of Mexico, mezcal and tequila.

The invitation turned out to be a party for 10 people, thanks to the coordination of Jenny Chamberlain, of the Hispanic Chamber of Commerce in Sonoma County.

Contacte al editor de La Prensa Sonoma, Ricardo Ibarra, en el teléfono: 707-526-8501. O en el correo electrónico: ricardo.ibarra@pressdemocrat.com

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